La
elección presidencial del 7 de octubre representa un momento decisivo
en la historia de Venezuela. El resultado de estas elecciones tendrá un
gran impacto en todo el continente americano e internacionalmente. No
hace falta decir que la Campaña Manos Fuera Venezuela está apoyando
activamente al candidato bolivariano Hugo Chávez, y luchando contra
cualquier intento de la oligarquía y del imperialismo para sabotear las
elecciones. La CMI defiende firmemente la reelección de Hugo Chávez ¿Por
qué hemos tomado esta posición?
La
victoria de Hugo Chávez en 1998 representó un avance histórico de los
obreros y campesinos de Venezuela. Según la Comisión Económica de la ONU
para América Latina (CEPAL) hubo una reducción del 21 por ciento de la
tasa de pobreza entre 1999 y 2010. El analfabetismo ha sido abolido. Por
primera vez, se ha proporcionado atención médica gratuita a los pobres.
Todos estos logros se verían amenazados
con una victoria de la oposición. Es el deber elemental de todo
revolucionario genuino defender estos logros. El que no es capaz de
defender las conquistas del pasado nunca será capaz de avanzar hasta la
victoria final.
La afirmación de la oposición de que no
van a revertir las reformas de Chávez no es de fiar. Tomemos un solo
ejemplo: la vivienda. La Misión Vivienda ha construido miles de
viviendas para los pobres. En mayo, el ministro de Información, Andrés
Izarra, anunció que el programa estaba en el camino de conseguir el
objetivo de 200.000 unidades fabricadas desde su inicio en 2011. La
firma encuestadora Hinterlaces indica que, con un índice de
aprobación del 76 por ciento, la Misión Vivienda es el programa social
más popular del gobierno. Sin embargo, la coalición opositora MUD llama a
la Misión Vivienda "un fraude y un fracaso" y critica al gobierno por
la expropiación de tierras para construir viviendas.
Cuando Capriles ganó la gobernación del
Estado Miranda en 2008, desató sus seguidores contra los médicos cubanos
que participan en los programas de salud de la revolución, y trató de
cerrar de manera generalizada los distintos programas sociales,
expulsarlos de los establecimientos pertenecientes a la gubernatura,
etc. Sólo la movilización activa del pueblo en las calles logró defender
las conquistas de la revolución.
La nueva Ley del Trabajo recientemente
aprobada redujo la semana laboral de 44 a 40 horas; y la licencia
maternal pre-y post-natal, con salario garantizado, se ha aumentado de
18 a 26 semanas. Al salir de una empresa, por la razón que sea, los
trabajadores recibirán un pago en base a su último salario mensual
multiplicado por el número de años de servicio - una demanda sindical
importante. Esto ocurre en un momento en que en Europa, todos los
gobiernos están empeorando las condiciones laborales de los
trabajadores.
Capriles ha atacado la ley sobre la base
de que "no hace nada para combatir el desempleo ni para beneficiar a
los que tienen empleos ocasionales no protegidos". Eso significa que
estas reformas serían abolidas por la oposición.
Pero no se trata sólo de defender las
conquistas de los últimos 13 años, de la preservación de las reformas,
los avances en salud y educación, las misiones y otros programas en
beneficio de los trabajadores y de los pobres. Es, sobre todo, la
necesidad de derrotar a la contrarrevolución burguesa y así preparar el
camino para un avance decisivo de la Revolución, que aún no ha logrado
sus objetivos fundamentales.
La oposición dice que está defendiendo
la "democracia" contra la "dictadura". Pero esta misma oposición estuvo
detrás del fallido golpe de Estado de 2002. Si hubieran tenido éxito
entonces, habría sido el fin de la democracia en Venezuela. El ejemplo
de Chile muestra el destino que le habría esperado. Capriles mismo, como
alcalde del distrito caraqueño de Baruta, participó en el intento de
asaltar la embajada cubana durante el golpe de abril de 2002, en
flagrante violación de su estatuto diplomático.
La oposición burguesa demostró su
desprecio por la democracia y por las elecciones cuando decidió
boicotear las elecciones nacionales de 2005. Ahora, sin embargo, los
líderes de la oposición están mostrando un entusiasmo sorprendente por
la "defensa" de la Constitución de 1999 - a la que siempre se han
opuesto con uñas y dientes pese a que fue aprobada por una abrumadora
mayoría en un referéndum popular.
Nadie puede poner la más mínima confianza en las credenciales democráticas de la oposición.
Lo que defiende la oposición
La oposición dice representar a las
clases medias. Pero eso es mentira. La oposición representa los
intereses de la oligarquía - los grandes terratenientes, banqueros y
capitalistas. Está completamente subordinada a los imperialistas y a las
grandes compañías petroleras que dominaron y saquearon Venezuela
durante generaciones.
Los ricos odian a Chávez, porque lo
identifican con la eliminación de la propiedad privada. Ellos están
motivados por el resentimiento de clase hacia los pobres, que, después
de generaciones de abandono, se han beneficiado de los programas
progresistas del gobierno. La oposición no es el representante de la
clase media, sino su explotador político.
El candidato de la oposición, Henrique
Capriles Radonski, se llama a sí mismo un reformista. Él afirma que no
defiende ningún tipo de ideología. Hemos escuchado esta historia muchas
veces: "Yo soy apolítico; es decir, soy de derecha". Pero basta con
echar un vistazo al partido al que pertenece este político "no
ideológico", para comprender de inmediato la situación real.
Capriles afirma ser "progresista". Dice
que no repetirá las "políticas erróneas" del período anterior a 1998 en
Venezuela. Pero los partidos que respaldan su candidatura fueron los
responsables de estas políticas, que no eran para nada "errores", sino
la expresión directa de los intereses de la camarilla de super-ricos que
gobernaba el país.
Pero las masas no son ingenuas. Ellas no
se dejan engañar por la demagogia de Capriles. Ven que detrás de su
máscara sonriente se oculta la fisonomía fea de la oligarquía, que, si
vuelve al poder, los pisoteará.
Capriles pertenece al Movimiento Primero
Justicia (MPJ), un partido burgués de derecha que representa a la
"empresa privada" y se opone a la intervención del Estado en la vida
económica. Esto es irónico en una época en que la llamada "libre
empresa" ha quedado en evidencia como un fraude gigantesco a una escala
global.
¿No sabe el Señor Capriles que el
sistema capitalista está en una crisis profunda en todas partes? Cuando
los bancos privados de los EE.UU. se derrumbaron en 2008, ¿qué hicieron?
¿Se limitaron a cantar las alabanzas de la "empresa privada"? No,
salieron corriendo hacia el Estado y le exigieron al gobierno que les
entregara miles de millones de dólares de dinero público para salvarlos.
El fracaso de la "empresa privada" es la
razón por la que todos los gobiernos de Europa se encuentran
profundamente endeudados. Dicen que no hay dinero para escuelas,
hospitales y jubilaciones, pero sí hay un montón de dinero para los
banqueros.
En las últimas semanas, un dirigente de
la oposición reveló un documento, escrito por los asesores económicos de
la campaña de Capriles, con detalles sobre sus planes reales si llegara
a ser elegido. El documento propone un plan de austeridad clásico, que
plantea recortes en las jubilaciones, el gasto social, los programas
sociales, la "apertura" de PDVSA y de otras empresas estatales a la
inversión privada, etc. El plan es tan escandaloso que llevó a cuatro
partidos más pequeños de la plataforma conjunta de la oposición, la Mesa
de Unidad Democrática (MUD), a retirar su apoyo a Capriles y toda una
serie de otras figuras de la oposición también se distanciaron de él.
Los trabajadores y los campesinos
comprenden lo que está en juego. En cada giro decisivo se han unido para
defender la revolución contra sus enemigos: los terratenientes,
banqueros y capitalistas, y los imperialistas que están detrás de ellos.
Ellos entienden que un voto a Chávez en estas elecciones es el voto en
contra de volver a los viejos tiempos, cuando un puñado de oligarcas
ricos decidían todo y la mayoría de los pobres no contaba para nada.
Pese a las afirmaciones de la oposición
de que está ganando, Chávez está actualmente encabezando las encuestas.
La encuesta de Datanálisis dio a Chávez una ventaja de 43,6 por ciento
frente al 27,7 para Capriles. También mostró que el 62,4 por ciento de
los votantes consideraba que el desempeño del presidente estaba por
encima del promedio, mientras que sólo el 29,4 por ciento lo consideran
deficiente. Estos datos pueden ser creídos, ya que el dueño de
Datanálisis, Luis Vicente León, es bien conocido por ser un partidario
de la oposición.
Capriles y el imperialismo de EEUU
Chávez es considerado el Enemigo Público
Número Uno de Washington, que lo ve como el instigador principal de la
oposición al imperialismo de EE.UU. en América Latina. Chávez condenó
enérgicamente el golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo de
Paraguay. Impulsado por sus amigos en el Departamento de Estado de
EE.UU., Capriles criticó a Chávez por retirar a su embajador de Asunción
y cortar el suministro de petróleo a Paraguay.
Capriles se compromete a restablecer las
relaciones de amistad con los EE.UU.; es decir, hacer de Venezuela un
socio servil de Washington, como lo fue en el pasado. Promete una
revisión a fondo de los programas de ayuda y de las alianzas de
Venezuela con el resto de América Latina. Eso significa una ruptura con
Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, para complacer a sus "aliados" al
norte del Río Grande.
Poco antes de dimitir como presidente
del Banco Mundial en junio, Robert Zoellick, declaró que "los días de
Chávez están contados" y, con la eliminación de los subsidios
extranjeros de su gobierno, otras naciones como Cuba y Nicaragua
"estarán en problemas". Zoellick ve una victoria de Capriles como "una
oportunidad para hacer del hemisferio occidental el primer hemisferio
democrático del mundo" en oposición a un "lugar de golpes de Estado,
caudillos y cocaína".
Estas palabras expresan con precisión la
actitud del imperialismo de EE.UU. hacia las elecciones del 7 de
octubre, a las que ve como un acontecimiento decisivo. Si la oposición
gana, significará retrasar el reloj a la situación anterior a 1998,
cuando Venezuela era gobernada por los grandes monopolios
norteamericanos. Pero si Chávez gana, será un duro golpe para la
contrarrevolución, como Michael Penfold advierte en en Foreign Affairs:
"Si Chávez gana en octubre, una gran mayoría del capital político de la
oposición será reducido a polvo, y en muchos sentidos, será como volver
a partir de cero. "
Es por eso que los imperialistas y sus
agentes locales distinguen a Chávez con un tratamiento especial. Las
expropiaciones, la reversión de las medidas económicas "neoliberales",
la creación de una milicia popular, la negativa a doblar la rodilla ante
las presiones de Washington, los ataques contra el capitalismo y el
llamamiento a favor del socialismo - todo esto es una mezcla peligrosa y
explosiva que actúa como un poderoso catalizador de las tendencias
revolucionarias en América Latina.
Sin embargo, otro objetivo esbozado en
la plataforma electoral de Chávez es la expansión del poder de los
consejos comunales. Varios cientos de "comunas en construcción" van a
participar en áreas tales como la distribución del gas y del agua.
Chávez propone promover la creación de nuevas comunas que alcanzarían a
representar el 68 por ciento de la población. Las comunas deben
concederse las mismas prerrogativas que tienen los gobiernos estatales y
municipales, incluyendo el presupuesto, la participación en la
planificación estatal y, eventualmente, la recaudación de impuestos.
Todas estas medidas representan un cercenamiento gradual del Estado en
la vida económica.
Los imperialistas temen que una victoria
de Chávez en octubre suponga una mayor profundización de cambio en
Venezuela. Chávez ha dicho que el período 2013-2019 debe ver nuevas
incursiones estatales en el comercio y el transporte, en detrimento de
los intermediarios, a través de la creación de "centros de distribución
locales para la venta y distribución directa de productos". Esta
tendencia hacia nuevas expropiaciones puede llegar a amenazar la
existencia misma del capitalismo en Venezuela.
La verdadera diferencia
La división entre los dos campos es
la división entre dos clases antagónicas: por un lado, los millones de
pobres, trabajadores y campesinos, pobres urbanos y capas inferiores de
la clase media; por el otro, los grandes terratenientes, banqueros y
capitalistas, y su acomodada y parásita clase media.
La verdadera diferencia se centra en la
cuestión de la propiedad privada: la cuestión de la política económica
y, en particular, las expropiaciones. La gran mayoría de los partidarios
de Chávez está constituida por los estratos anteriores mencionados en
primer lugar, que se mantienen firmemente a favor del socialismo, por la
expropiación de los terratenientes y capitalistas.
La burocracia bolivariana ha tratado de
diluir el programa socialista. Así, habla de una "economía mixta", en la
que los monopolios y oligopolios se enfrentarán a la competencia de las
empresas públicas. Esta es la vieja idea de una "tercera vía" entre el
capitalismo y el socialismo, que el presidente Chávez ha descrito
correctamente como una farsa.
No es posible hacer media revolución. En
última instancia, una clase debe ganar y la otra clase debe perder. Las
nacionalizaciones parciales no pueden funcionar porque no se puede
planificar lo que no se controla, y es imposible controlar lo que no se
posee. Una economía que sólo sea, parcialmente, propiedad del Estado no
puede ser debidamente planificada.
Al mismo tiempo, todo intento de
"regular" el capitalismo para tratar de mejorar la situación de las
masas (a través de los controles de precios, controles de cambio de
divisas, etc) impiden el normal funcionamiento de una economía de
mercado, creando una situación caótica de inflación, fuga de capitales,
caída de la inversión, cierre de fábricas, escasez artificialmente
creada, acaparamiento y especulación con los alimentos básicos, torpeza
burocrática y mala gestión. En otras palabras, se conseguirá el peor de
todos los mundos.
El sector privado, que todavía controla
una parte significativa de la economía, está en las manos de los
enemigos de la Revolución. Los capitalistas están haciendo todo lo
posible para sabotear la economía a través de una huelga de capital. Hay
que expropiar la tierra, los bancos y las grandes empresas con el fin
de poner fin a este sabotaje.
Pero Capriles se ha comprometido a poner
fin a todas las expropiaciones. "Yo no voy a reñir con los empresarios
ni con nadie más", dice. ¡Naturalmente! ¿Cómo se puede reñir con la
gente cuyos intereses representa, y a la que pertenece? Capriles mismo
proviene de una familia adinerada de negocios con intereses múltiples
(bienes raíces, industria, medios de comunicación). También es el ex
alcalde del municipio de Baruta, una zona adinerada de Caracas.
Él promete crear tres millones de
empleos durante su presidencia ¿Cómo podría lograr este milagro?
Aliviando las restricciones o las condiciones a las inversiones
extranjeras; es decir, entregando Venezuela en un plato a las mismas
grandes compañías petroleras extranjeras que la saquearon en el pasado.
No es casualidad que la alianza de partidos que apoya a Capriles, la
Mesa de la Unidad Democrática (MUD), abogue por "flexibilizar" la
legislación que asegura el control estatal sobre la industria petrolera
"para promover la competencia y la participación privada en la
industria".
La Revolución no ha terminado
Una victoria de Chávez estimulará el
giro a la izquierda en América Latina en un momento en que el
capitalismo está en una crisis profunda a nivel mundial. Esto socavará
aún más la influencia de EE.UU. En unos momentos en que sus planes para
Irak y Afganistán están en ruinas. En cambio, una derrota de Chávez
sería retrasar el reloj a la Venezuela anterior a 1999. Sería un duro
golpe para la izquierda en todas partes. Y dejaría completamente aislada
a Cuba, proporcionando un poderoso impulso a los elementos
pro-capitalistas en la isla.
La oposición ha tratado cruelmente de
tomar ventaja de la enfermedad de Chávez antes de la campaña electoral.
Destacaron la "fragilidad" de Chávez, en contraste con la supuesta buena
salud juvenil y la energía de su oponente. Además, añaden, los
chavistas no tienen a nadie que pueda ocupar su lugar. En esto tienen
razón. Es una debilidad innegable del movimiento bolivariano y del PSUV
que dependan tanto de un solo hombre.
Chávez ha ido más lejos que ningún otro
líder de América Latina en desafiar al imperialismo y al capitalismo, y
en volver a colocar el socialismo en el orden del día. Esto merece un
reconocimiento. Pero existen profundas contradicciones dentro del
movimiento bolivariano, donde no todo el mundo está a favor del
socialismo ni en contra del capitalismo.
Cuando Chávez fue elegido por primera
vez presidente en diciembre de 1998, él defendía más bien un vago
programa que no mencionaba el socialismo. Pero la vida enseña. Sobre la
base de la experiencia, él se ha pronunciado a favor del socialismo. Eso
es un gran paso adelante. Sin embargo, todavía necesita ser llevado a
la práctica. Es cierto que han habido algunos pasos hacia adelante: se
han nacionalizado parcialmente algunos sectores clave como las
telecomunicaciones, el cemento y el acero. En repetidas ocasiones Chávez
ha atacado a la burguesía y a la oligarquía (que es lo mismo) y se ha
mantenido firme frente al imperialismo de EE.UU..
Pero la falta de control obrero en las
industrias pesadas estatales como el acero, ha dado lugar a muchas
dificultades y conflictos laborales. Los trabajadores se resienten de la
burocracia que está tratando de empujarlos a un lado y usurpar el
control del movimiento bolivariano. Todos los intentos de los
trabajadores para tomar la iniciativa e introducir elementos de control y
gestión obrera, por ejemplo, en las industrias pesadas básicas de
Guayana, con el apoyo del Presidente, se han encontrado con una fuerte
resistencia y el sabotaje abierto por parte de la burocracia.
Aprovechando la enfermedad del presidente, estos elementos están
hablando abiertamente de "chavismo sin Chávez". Esto representa el mayor
peligro para la Revolución.
Hoy, trece años después de la primera
elección de Chávez aún no se ha alcanzado la victoria final. Mientras la
tierra, los bancos y las grandes empresas sigan en manos de la
oligarquía, la Revolución Bolivariana nunca estará a salvo. El profundo
vínculo que existe entre Chávez y las masas venezolanas es un reflejo
del hecho de que Chávez las despertó a la vida política y a la lucha.
La verdad es que un gran sector de la
burocracia bolivariana nunca estuvo a favor del socialismo. Este sector
ha estado conspirando constantemente para poner freno a las
expropiaciones y a la revolución, y sobre todo evitar que los
trabajadores tomen el control.
Le Monde Diplomatique reveló
recientemente la actitud del ala derecha del movimiento bolivariano, que
ha estado durante mucho tiempo soñando con un "chavismo sin Chávez":
"En una visita a Brasil en abril de
2010, se le preguntó [a Chávez] si dejaría que emergiera otro líder. "Yo
no tengo un sucesor a la vista", respondió. Pero puede haber un cambio
de pensamiento. El año pasado, Chávez le dijo a un ex asesor, el
académico español Juan Carlos Monedero, quien había advertido sobre el
peligro del "hiperliderazgo” en Venezuela: "Tengo que aprender a delegar
más poder". Durante su tratamiento médico prolongado, varios altos
dirigentes llenaron el vacío y emergieron como posibles sucesores: el
canciller Nicolás Maduro (un ex dirigente sindical), quien encabezó la
comisión que redactó la nueva Ley de Trabajo, el vicepresidente
ejecutivo Elías Jaua (popular entre los chavistas de base); el
presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello (un ex teniente del
ejército con un enfoque pragmático y un fuerte respaldo en las fuerzas
armadas). En mayo, el crítico Monedero comentó que anteriormente
"algunos de nosotros vimos las dificultades de continuar con este
proceso" sin Chávez, pero que "ahora hemos perdido el miedo, porque veo
decenas de personas que podrían continuar el proceso sin ningún
problema."
Que haya "decenas de personas" a la
espera de tomar el control del movimiento bolivariano en el momento en
que Chávez abandone la escena, no lo dudamos. Pero los defensores del
"chavismo sin Chávez" no tienen ningún deseo de "continuar el proceso"
de la Revolución. Por el contrario, desean "continuar" el proceso de
descarrilar la revolución bolivariana, de diluir su programa para que
sea aceptable para la oligarquía, detener las expropiaciones y revertir
todo el programa. En otras palabras, desean poner en práctica el
programa de la Quinta Columna de la burguesía dentro del chavismo.
La clave para el éxito de la Revolución
es que el control del movimiento esté en manos de la base, no de los
burócratas y arribistas que han hecho tanto daño a la causa bolivariana.
Son los trabajadores y campesinos quienes han sido la verdadera fuerza
motriz de la revolución. Ellos y sólo ellos, deben tener el control. Las
únicas personas que pueden conducir la revolución a la victoria son los
obreros y campesinos.
- ¡Derrotemos a la contrarrevolución!
- ¡Expropiemos a la oligarquía!
- ¡El poder para los obreros y campesinos!
- ¡Llevar a cabo la revolución hasta el final!
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